Jim Lee probablemente es uno de los artistas más influénciales y reconocidos del mundo del comic; si tan solo por ser el actual CCO (director creativo) de DC Comics, su lugar en la historia estaría consolidado, pero eso significaría reducir a una reciente posición ejecutiva (desde el 2018) décadas de creación y su magnífico trabajo en las páginas de DC, Marvel, Image, WildStorm y otros sellos más que datan desde los mediados 80s.
Tras independizarse de Marvel y estar ilustrando por un rato a los Uncanny X-Men y simplemente X-Men junto a Chris Claremont, una de sus primeras creaciones fue formar parte fundacional de Image Comics, una imprenta enfocada en proteger los derechos de los artistas versus los tiránicos modus operandi de las editoriales grandes.
Su primer título dentro del recién formado sello, (que a su vez sirvió como el origen del Wildstorm Universe) fueron los indómitos WildC.A.T.s (acrónimo de Covert Action Teams) en 1992. El número #1 fue ilustrado por Lee y escrito por Brandon Choi.
Quizás como una contestación a los X-Men, o simplemente para narrar las historias y conceptos que quedaron pendientes (similar a cuando Jack Kirby saltó nave, de los New Gods de DC a los Eternals en Marvel), los WildC.A.T.s sólo remiten a los «hijos del átomo» en estética (una gloriosamente noventera, si debo añadir) pero tienen sus diseños individuales y una backstory intergaláctica propia.
Todo comienza con la batalla milenaria entre los Kherubim y los Daemonites, dos facciones alienígenas en conflicto. Los primeros son seres inmortales «caídos del cielo» (como lo indica el nombre) que llegan a la Tierra. De apariencia humanoide, no muy disímil a los kryptonianos, son igual poseedores de habilidades excepcionales y gracias a su similitud genética con la nuestra, pueblan el planeta con una nueva raza «mestiza».
Sus rivales son todo lo opuesto; una casta mucho más salvaje y menos antropomorfa (varias fuentes los comparan con los Xenos de la franquicia Alien), también con habilidades sobre-humanas, como la posesión corpórea—muy en la onda body snatchers—y mental, a través de la telepatía.
El primer issue (de la serie original del ‘92) gira en torno a Priscilla Kitaen, a.k.a. Voodoo, una stripper de Nueva Orleans «super-dotada» (en más de una manera, wink, wink) con el poder de identificar a los usurpadores de cuerpos (Daemonites) escondidos entre nosotros. Eso convierte a Voodoo en objetivo; no solo de los WildC.A.T.s (Void, Spartan, Warblade, Maul y Marlowe) como una potencial aliada; de los héroes renegados Grifter y la guerrera Zealot (que por cierto, ya se convirtió en personal favorita—ilustrada debajo—igual que su sororidad Coda); y en la diana también del Cabal super-criminal, liderados por Helspont, conformado por Hestia, Providence, Devin y Pike.
Después de gran parte de los 90s y cincuenta números, incluido lo que sólo puedo imaginar como un crossover de ensueño para los orígenes de Jim Lee—WildC.A.T.s/X-Men, una mini-serie de cuatro tomos, editada del ‘97 al ‘98—su compañía WildStorm fue vendida a DC Comics en 1999. Esto significó, entre otras cosas, que los personajes del WildStorm Universe, en volúmenes subsecuentes, ahora podrían formar parte e interactuar con el multiverso de personajes de la casa de Batman, Superman y Wonder Woman.
Ahí es donde llegamos al presente «reboot», lanzado el pasado 8 de noviembre—y después de la maxi-serie (ya casi ómnibus, con ¡24 números!) The Wild Storm de Warren Ellis y Jon Davis-Hunt, que corrió del 2017 al 2019 y que también suponía una re-interpretación del universo.
Hoy azota los estantes el issue #2 de la nueva versión, escrita por Matthew Rosenberg, ilustrada por Stephen Segovia, coloreada por Elmer Santos.