Punchline: The Gotham Game #2
El pasado miércoles (23/11) salió el segundo número de la mini-serie Punchline: The Gotham Game donde el ensamble de la Royal Flush Gang llama la atención en Gotham, no sólo de los Yakuza, del mismo Batman. Todo apunta a un gran enfrentamiento en la factoría de Ace Chemicals. ¿Podrá el Caballero Nocturno detener a Punchline y su pandilla a tiempo, o todo concluirá en un fracaso devastador?
Quizás sea necesario rebobinar un poco y explicar en unas cuantas líneas: ¿Quién demonios es Punchline? Si no han estado muy metidos en el mundo de DC Comics los últimos dos o tres años, hay unos cuantos personajes nuevos corriendo arriba-abajo que se han vuelto ya en personales favoritos como Yara Flor, Angel Breaker o Flatline y no dudo llegará el día que tengan una contraparte animada, en algún juego, serie o película directo-a-video.
Punchline—Alexis Kaye—debutó en Batman #89 (febrero 2020), bajo la pluma de James Tynion IV y el ilustrador fenómeno Jorge Jiménez, para luego agraciar las páginas de Joker #1 (y primera vez que el némesis de Batman tenía una serie titular desde 1976, si lo pueden creer) escritas también por Tynion e ilustradas por uno de mis artistas favoritos desde Gotham City Sirens (2009), Guillem March.
Los quince tomos que duró Joker incluían una back-up story (o cuentos de respaldo) sobre Alexis, dónde se exploró a profundidad (o quizás “estableció” sería mejor puesto) su origen; las 15 back-up stories, además de un one-shot lanzado previamente en noviembre del 2020, fueron compilados recién en la pasta dura Punchline: The Trial of Alexis Kaye (septiembre 2022).
La historia de éste personaje, conocido ya como la anti-Harley Quinn, es tan fresca y limitada que en una rápida y superficial inmersión de Google podemos descubrir que el título Punchline no apareció por primera vez en los encabezados de DC Comics y estoy seguro algún grupo de asesores técnicos y legales de la imprenta se encargaron de enterrar a la competencia varias búsquedas abajo.
La editorial Antarctic Press, desde el 2018, tiene publicando irregularmente un título ya 14 números viejo llamado PunchLine (estilizado así con L mayúscula) creado por Bill Williams y Matthew Weldon. La versión de Antarctic—una compañía quizás apenas conocida por el mainstream gracias a la adaptación para Netflix de Warrior Nun, y cuya segunda temporada estrenó en la plataforma hace veinte días—opta por un significado mucho más simbólico.
El punchline en la comedia se puede interpretar como el remate de un chiste o el final de la línea. La historieta explora la relación entre Mel, una super-heroína en sus últimos días, cerca del retiro, que funciona como mentora de la adolescente Jessie (Versema, ilustrada debajo) cómo su aprendiz o superhéroe en entrenamiento y las dinámicas coming-of-age que ahí se desenvuelven.
No vengo aquí a defender el PunchLine de Antarctic Press; sólo leí un par de los primeros números para ayudarme a contextualizar la historia, pero en un mundo donde la popularidad de la otra Punchline, la de DC, sólo parece incrementar y comenzará a intoxicarnos con más spin-offs, apariciones especiales en títulos aledaños y crossovers, posibles apariciones animadas futuras, videojuegos y/o demás parafernalia (ya hasta tiene una estatuilla de Prime 1 Studio) solo sirve de evidencia del poder hegemónico de asociación que aún sostienen los dos titanes del comic—ya saben cuáles, las de logotipo rojo y el azúl—y cómo arrasan abandonando al olvido a aquellos que llegaron unos cuantos años primero.